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  • El día que sepultes a tu madre junto a mí, ya ese mismo día, no te quedes en este territorio, porque he visto que se cometen aquí muchas injusticias y muchos engaños, sin rebozo. Mira, hijo lo que hizo Nadab con Ajikar, que le había criado. ¿No le hizo bajar vivo a la tierra? Pero Dios le cubrió de infamia ante su misma víctima. Sacó a Ajikar a la luz y metió a Nadab en las tinieblas eternas, por haber tramado la muerte de Ajikar. Por haber practicado la limosna se libró Ajikar de la trampa mortal que le había tendido Nadab. Fue Nadab quien cayó en la trampa de muerte para su perdición. (Tobías 14, 10)

  • Por aquellos días, el rey Nabucodonosor libró batallas contra el rey Arfaxad, en la gran llanura que está en el territorio de Ragáu. (Judit 1, 5)

  • El año diecisiete libró batalla con su ejército contra el rey Arfaxad; le derrotó en el combate, poniendo en fuga a todas las fuerzas de Arfaxad, a toda su caballería y a todos sus carros; (Judit 1, 13)

  • Aquella misma noche, no pudiendo el rey conciliar el sueño, mandó que trajeran y leyeran en su presencia el libro de las Memorias, o Crónica. (Ester 6, 1)

  • La orden de Ester fijó la institución de estos Purim, siendo consignada en el libro. (Ester 9, 32)

  • Del maestro de coro. Del siervo de Yahveh, David, que dirigió a Yahveh las palabras de este cántico el día en que Yahveh le libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl. (Salmos 18, 1)

  • Rendid a Yahveh la gloria de su nombre, postraos ante Yahveh en esplendor sagrado. (Salmos 29, 2)

  • dije entonces: Heme aquí, que vengo. Se me ha prescrito en el rollo del libro (Salmos 40, 8)

  • Reina Dios sobre las naciones, Dios, sentado en su sagrado trono. (Salmos 47, 9)

  • del libro de la vida sean borrados, no sean inscritos con los justos. (Salmos 69, 29)

  • no se acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; (Salmos 78, 42)

  • Salmo. De Asaf. Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén, (Salmos 79, 1)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina