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  • Hemos curado a Babilonia, pero no ha sanado, dejadla y vayamos, cada cual a su tierra, porque ha llegado a los cielos el juicio contra ella, se ha elevado hasta las nubes. (Jeremías 51, 9)

  • Capturaron al rey y lo subieron a Riblá, en la tierra de Jamat, donde el rey de Babilonia, que le sometió a juicio. (Jeremías 52, 9)

  • Has visto, Yahveh, el entuerto que me hacían: ¡lleva tú mi juicio! (Lamentaciones 3, 59)

  • no presta con usura ni cobra intereses, aparta su mano de la injusticia, dicta un juicio honrado entre hombre y hombre, (Ezequiel 18, 8)

  • Ruina, ruina, ruina, eso es lo que haré con él, como jamás la hubo, hasta que llegue aquel a quien corresponde el juicio y a quien yo se lo entregaré. (Ezequiel 21, 32)

  • Pero hay hombres justos que les aplicarán el juicio reservado a las adúlteras y a las que derraman sangre, porque ellas son adúlteras y hay sangre en sus manos. (Ezequiel 23, 45)

  • Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así dice el Señor Yahveh: ¡Oh!, tu corazón se ha engreído y has dicho: «Soy un dios, estoy sentado en un trono divino, en el corazón de los mares.» Tú que eres un hombre y no un dios, equiparas tu corazón al corazón de Dios. (Ezequiel 28, 2)

  • Así manifestaré yo mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán el juicio que voy a ejecutar y la mano que pondré sobre ellos. (Ezequiel 39, 21)

  • Juicio fiel has hecho en todo lo que sobre nosotros has traído, y sobre la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén. Pues con verdad y justicia has provocado todo esto, por nuestros pecados. (Daniel 3, 28)

  • Sí, todo lo que sobre nosotros has traído, todo lo que nos has hecho, con juicio fiel lo has hecho. (Daniel 3, 31)

  • Escuchad esto, sacerdotes, estad atentos, casa de Israel, casa real, prestad oído, porque el juicio es cosa vuestra; pero vosotros habéis sido un lazo en Mispá, y una red tendida en el Tabor. (Oseas 5, 1)

  • Está oprimido Efraím, quebrantado el juicio, porque se complace en ir tras la Vanidad. (Oseas 5, 11)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina