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Miká invistió al levita; el joven fue su sacerdote y se quedó en casa de Miká. (Jueces 17, 12)
Como estaban cerca de la casa de Miká, reconocieron la voz del joven levita, y llegándose allá le dijeron: «¿Quién te ha traído por acá?, ¿qué haces en este lugar? ¿qué se te ha perdido aquí?» (Jueces 18, 3)
Llegándose allá entraron en la casa del joven levita, la casa de Miká, y le dieron el saludo de paz. (Jueces 18, 15)
Su marido se puso en camino y fue donde ella, para hablarle al corazón y hacerla volver; llevaba consigo a su criado y un par de asnos. Cuando llegó a casa del padre de ella, le vio el padre de la joven y salió contento a su encuentro. (Jueces 19, 3)
Su suegro, el padre de la joven, lo retuvo y él se quedó con él tres días; comieron y bebieron y pasaron allí la noche. (Jueces 19, 4)
Al cuarto día se levantaron de madrugada y el levita se dispuso a partir; el padre de la joven dijo a su yerno: «Toma un bocado de pan para cobrar ánimo, y luego marcharás.» (Jueces 19, 5)
Se sentaron, y se pusieron a comer y beber los dos juntos. Luego el padre de la joven dijo al hombre: «Decídete, pasa aquí la noche y que se alegre tu corazón.» (Jueces 19, 6)
Al quinto día madrugó para marchar, pero el padre de la joven le dijo: «Cobra ánimo primero, por favor.» Y pasaron el tiempo hasta declinar el día y comieron juntos. (Jueces 19, 8)
Se levantaron para marchar el marido con su concubina y su siervo, pero su suegro, el padre de la joven, le dijo: «Mira que la tarde está al caer. Pasa aquí la noche y que se alegre tu corazón. Mañana de madrugada marcharéis y volverás a tu tienda.» (Jueces 19, 9)
Y eso que tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y pan y vino para mí, para tu sierva y para el joven que acompaña a tu siervo. No nos falta de nada.» (Jueces 19, 19)
El criado que estaba al frente de los segadores dijo: «Es la joven moabita que vino con Noemí de los campos de Moab. (Rut 2, 6)
El dijo: «Bendita seas de Yahveh, hija mía; tu último acto de piedad filial ha sido mejor que el primero, porque no has pretendido a ningún joven, pobre o rico. (Rut 3, 10)