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  • corona de oro por encima de la tiara, inscripción del sello de consagración, prestigio de honor, obra magnífica, delicia de los ojos este adorno. (Eclesiástico 45, 12)

  • Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre. (Eclesiástico 50, 20)

  • Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honor, cada uno en su morada. (Isaías 14, 18)

  • Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres amasan para hacer tortas a la Reina de los Cielos, y se liba en honor de otros dioses para exasperarme. (Jeremías 7, 18)

  • y fraguaron los altos del Baal que hay en el Valle de Ben Hinnom para hacer pasar por el fuego a sus hijos e hijas en honor del Moloc - lo que no les mandé ni me pasó por las mientes -, obrando semejante abominación con el fin de hacer pecar a Judá. (Jeremías 32, 35)

  • Desciende del honor y siéntate en la tierra seca, población hija de Dibón, porque el devastador de Moab ha subido contra ti, ha destruido tus fortalezas. (Jeremías 48, 18)

  • Todo lo que se hace en honor de ellos es engaño. ¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que son dioses? (Baruc 6, 44)

  • que inmolaste también a mis hijos y los entregaste haciéndoles pasar por el fuego en su honor? (Ezequiel 16, 21)

  • El rey Baltasar dio un gran festín en honor de sus mil dignatarios, y, en presencia de estos mil, bebió vino. (Daniel 5, 1)

  • A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás. (Daniel 7, 14)

  • ¡Ya pueden ofrecer sacrificios en mi honor, y comerse la carne! Yahveh no los acepta; ahora recordará sus culpas y visitará sus pecados: ellos volverán a Egipto. (Oseas 8, 13)

  • A las mujeres de mi pueblo expulsáis de las casas de sus delicias; de sobre sus niños arrancáis mi honor para siempre: (Miqueas 2, 9)


“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina