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Da esta orden a Aarón y a sus hijos: Esta es la ley del holocausto. (Este es el holocausto que estará sobre el fuego encendido, sobre el altar, toda la noche hasta la mañana, y que el fuego del altar mantendrá encendido.) (Levítico 6, 2)
Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra este país y ha traído sobre él toda la maldición escrita en este libro. (Deuteronomio 29, 26)
Luego el espíritu de Yahveh le invadió, bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres, tomó sus despojos y entregó las mudas a los acertantes de la adivinanza; luego, encendido en cólera, subió a la casa de su padre. (Jueces 14, 19)
«Id a consultar a Yahveh por mí y por el pueblo y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado, porque es grande la cólera de Yahveh que se ha encendido contra nosotros porque nuestros padres no escucharon las palabras de este libro haciendo lo que está escrito en él.» (II Reyes 22, 13)
porque ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses irritandome con todas las obras de sus manos. Mi cólera se ha encendido contra este lugar y no se apagará." (II Reyes 22, 17)
Sin embargo, Yahveh no se volvió del ardor de su gran cólera que se había encendido contra Judá por todas las irritaciones con que le había irritado Manasés. (II Reyes 23, 26)
Y al cabo de cierto tiempo, al fin del año segundo, se le salieron las entrañas a causa de su enfermedad, y murió en medio de terribles dolores. El pueblo no le encendió fuego, como lo había encendido por su padre. (II Crónicas 21, 19)
Entregaste al saqueo a sus mujeres, sus hijas al destierro, todos sus despojos en reparto para tus hijos amados, que se habían encendido de tu celo, y tuvieron horror a la mancha hecha a su sangre y te llamaron en su ayuda. ¡Oh Dios, mi Dios, escucha a esta viuda! (Judit 9, 4)
Después de hablar a Job de esta manera, Yahveh dijo a Elifaz de Temán: «Mi ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado con verdad de mí, como mi siervo Job. (Job 42, 7)
Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar. (I Macabeos 2, 24)
incendiaron el portón (del Templo) y derramaron sangre inocente, suplicamos al Señor y hemos sido escuchados. Hemos ofrecido un sacrificio con flor de harina, hemos encendido las lámparas y presentado los panes.» (II Macabeos 1, 8)
Encendido en ira, despojó inmediatamente a Andrónico, de la púrpura y desgarró sus vestidos. Le hizo conducir por toda la ciudad hasta el mismo lugar donde tan impíamente había tratado a Onías; allí hizo desaparecer de este mundo al criminal, a quien el Señor daba el merecido castigo. (II Macabeos 4, 38)
