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  • Hasta las bestias del campo jadean tras de ti, porque están secas las corrientes de agua, y el fuego ha devorado los pastizales del desierto. (Joel 1, 20)

  • Delante de él devora el fuego, detrás de él la llama abrasa. Como un jardín de Edén era delante de él la tierra, detrás de él, un desierto desolado. ¡No hay escape ante él! (Joel 2, 3)

  • No temáis, bestias del campo, porque ya reverdecen los pastizales del desierto, los árboles producen su fruto, la higuera y la vid dan su riqueza. (Joel 2, 22)

  • Egipto quedará hecho una desolación, Edom un desierto desolado, por su violencia contra los hijos de Judá, por haber derramado sangre inocente en su tierra. (Joel 4, 19)

  • Y yo os hice subir a vosotros del país de Egipto y os llevé por el desierto cuarenta años, para que poseyeseis la tierra del amorreo. (Amós 2, 10)

  • ¿Acaso sacrificios y oblaciones en el desierto me ofrecisteis, durante cuarenta años, casa de Israel? (Amós 5, 25)

  • El extenderá su mano contra el norte, destruirá a Asur, y dejará a Nínive en desolación, árida como el desierto. (Sofonías 2, 13)

  • ¡Qué espléndido será, qué hermoso! El trigo hará florecer a los mancebos y el mosto a las doncellas. (Zacarías 9, 17)

  • y a Esaú le odié. Entregué sus montes a la desolación y su heredad a los chacales del desierto. (Malaquías 1, 3)

  • Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: (Mateo 3, 1)

  • Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. (Mateo 3, 3)

  • Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. (Mateo 4, 1)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina