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  • Así pues, en cuanto acabaron de consumir el grano traído de Egipto, les dijo su padre: «Volved y compradnos algo de comer.» (Génesis 43, 2)

  • Entonces él dio esta orden a su mayordomo: «Llena de víveres las talegas de estos hombres, cuanto quepa en ellas, y pones el dinero de cada uno en la boca de su talega. (Génesis 44, 1)

  • en cuanto vea que falta el muchacho morirá, y tus siervos habrán hecho bajar la ancianidad de nuestro padre, tu siervo, con tristeza al seol. (Génesis 44, 31)

  • Vivirás en el país de Gosen, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y nietos, tus ovejas y tus vacadas y todo cuanto tienes. (Génesis 45, 10)

  • En cuanto al pueblo, lo redujo a servidumbre, de cabo a cabo de las fronteras de Egipto. (Génesis 47, 21)

  • En cuanto a la prole que has engendrado después de ellos, tuya será y con el apellido de sus demás hermanos se la citará en orden a la herencia. (Génesis 48, 6)

  • Pero cuanto más les oprimían, tanto más crecían y se multiplicaban, de modo que los egipcios llegaron a temer a los israelitas. (Exodo 1, 12)

  • le dijo: «Yo soy Yahveh; di a Faraón, rey de Egipto, cuanto yo te diga.» (Exodo 6, 29)

  • tú le dirás cuanto yo te mande; y Aarón, tu hermano, se lo dirá a Faraón, para que deje salir de su país a los israelitas. (Exodo 7, 2)

  • Moisés respondió: «En cuanto salga rogaré a Yahveh, y mañana los tábanos se alejarán de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; pero que no nos siga engañando Faraón, impidiendo que el pueblo vaya a ofrecer sacrificios a Yahveh.» (Exodo 8, 25)

  • Ahora, pues, manda poner a salvo tu ganado y cuanto tienes en del campo; porque el granizo descargará sobre todos los hombres y animales que se hallan en el campo, y cuantos no se hayan recogido bajo techumbre perecerán.» (Exodo 9, 19)

  • El granizo hirió cuanto había en el campo en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. El granizo machacó también toda la hierba del campo, y quebró todos los árboles del campo. (Exodo 9, 25)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina