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Se purificará con aquellas aguas los días tercero y séptimo, y quedará puro. Pero si no se ha purificado los días tercero y séptimo, no quedará puro. (Números 19, 12)
Un hombre puro tomará el hisopo, lo mojará en agua y rociará la tienda y todos los objetos y personas que había en ella, e igualmente al que tocó los huesos o al asesinado, o al muerto, o la sepultura. (Números 19, 18)
El hombre puro rociará al impuro los días tercero y séptimo: el séptimo día le habrá limpiado de su pecado. Lavará el impuro sus vestidos, se lavará con agua, y será puro por la tarde. (Números 19, 19)
todo lo que puede pasar por el fuego, lo pasaréis por el fuego y quedará puro. Pero será purificado con las aguas lustrales. Pero todo lo que no pueda pasar por el fuego lo pasaréis por las aguas.» (Números 31, 23)
Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía hoy. (Deuteronomio 2, 30)
Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tus hijos. (Deuteronomio 4, 9)
Desde allí buscarás a Yahveh tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. (Deuteronomio 4, 29)
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahveh es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. (Deuteronomio 4, 39)
¡Ojalá fuera siempre así su corazón para temerme y guadar todos mis mandamientos, y de esta forma ser eternamente felices, ellos y sus hijos! (Deuteronomio 5, 29)
Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. (Deuteronomio 6, 5)
Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. (Deuteronomio 6, 6)
Acaso digas en tu corazón: «Esas naciones son más numerosas que yo; ¿cómo voy a poder desalojarlas?» (Deuteronomio 7, 17)