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Pues bien: en la época de calentarse el rebaño, alcé los ojos y vi en un sueño cómo los machos que montaban al rebaño eran listados, pintos y salpicados. (Génesis 31, 10)
Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Tomaré tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con tus mujeres a la luz de este sol. (II Samuel 12, 11)
Me levanté al punto y sin probar la comida, alcé el cadáver de la plaza y lo dejé en una habitación, en espera de que se pusiera el sol, para enterrarlo. (Tobías 2, 4)
Entra en la peña, húndete en el polvo, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra. (Isaías 2, 10)
Entrarán en las grietas de las peñas y en las hendiduras de la tierra, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra. (Isaías 2, 19)
y se meterá en los agujeros de las peñas y en las hendiduras de las piedras, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra. (Isaías 2, 21)
Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: El día que yo elegí a Israel, alcé mi mano hacia la raza de la casa de Jacob, me manifesté a ellos en el país de Egipto, y levanté mi mano hacia ellos diciendo: Yo soy Yahveh, vuestro Dios. (Ezequiel 20, 5)
Aquel día alcé mi mano hacia ellos jurando sacarlos del país de Egipto hacia una tierra que había explorado para ellos, que mana leche y miel, la más hermosa de todas las tierras. (Ezequiel 20, 6)
Y, una vez más alcé mi mano hacia ellos en el desierto, jurando que no les dejaría entrar en la tierra que les había dado, que mana leche y miel, la más hermosa de todas las tierras. (Ezequiel 20, 15)
Pero una vez más alcé mi mano hacia ellos, en el desierto, jurando dispersarlos entre las naciones y esparcirlos por los países. (Ezequiel 20, 23)
¡Que tu mano se alce contra los adversarios y todos tus enemigos sean extirpados! (Miqueas 5, 8)
Alcé luego mis ojos y tuve una visión: Eran cuatro cuernos. (Zacarías 2, 1)