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  • Los señores de Siquem prepararon contra él emboscadas en las cimas de los montes y saqueaban a todo el que pasaba cerca por el camino. Y se dio aviso a Abimélek. (Jueces 9, 25)

  • Gaal, hijo de Obed, acompañando a sus hermanos, vino a pasar por Siquem y se ganó la confianza de los señores de Siquem. (Jueces 9, 26)

  • Entonces Gaal, hijo de Obed, exclamó: «¿Quién es Abimélek y qué es Siquem para que le sirvamos? ¿por qué el hijo de Yerubbaal y Zebul, su lugarteniente, no han de servir a la gente de Jamor, padre de Siquem? ¿Por qué hemos de servirles nosotros? (Jueces 9, 28)

  • Envió secretamente mensajeros donde Abimélek, para decirle: «Mira que Gaal, hijo de Obed, con sus hermanos, ha llegado a Siquem y están soliviantando a la ciudad contra ti. (Jueces 9, 31)

  • Abimélek se levantó de noche con todas las tropas de que disponía y tendieron una emboscada frente a Siquem, repartidos en cuatro grupos. (Jueces 9, 34)

  • Gaal salió al frente de los señores de Siquem y presentó batalla a Abimélek. (Jueces 9, 39)

  • Abimélek habitó en Arumá; y Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no les dejó habitar en Siquem. (Jueces 9, 41)

  • Al saberlo los vecinos de Migdal Siquem se metieron en la cripta del templo de El Berit. (Jueces 9, 46)

  • Se comunicó a Abimélek que todos los señores de Migdal Siquem estaban juntos; (Jueces 9, 47)

  • Y todos sus hombres cortaron cada uno su rama; luego siguieron a Abimélek, pusieron las ramas sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta con ellos debajo. Así murieron también todos los habitantes de Migdal Siquem, unos mil hombres y mujeres. (Jueces 9, 49)

  • Y también sobre la cabeza de la gente de Siquem hizo Dios caer toda su maldad. De este modo se cumplió en ellos la maldición de Jotam, hijo de Yerubbaal. (Jueces 9, 57)

  • Pero se dijeron: «Es ahora la fiesta de Yahveh, la que se celebra todos los años en Silo.» (La ciudad está al norte de Betel, al oriente de la calzada que sube de Betel a Siquem y al sur de Leboná.) (Jueces 21, 19)


“O santo silêncio nos permite ouvir mais claramente a voz de Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina