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  • En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas. (II Reyes 18, 13)

  • Ezequías, rey de Judá, envió a decir a Senaquerib a Lakís: «He pecado; deja de atacarme, y haré cuanto me digas.» El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro. (II Reyes 18, 14)

  • ¡Tiende, Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira! Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo. (II Reyes 19, 16)

  • Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh, Dios de Israel: He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria. (II Reyes 19, 20)

  • Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en Nínive. (II Reyes 19, 36)

  • Después de todas estas pruebas de fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá, puso sitio a las ciudades fortificadas y mandó forzar las murallas. (II Crónicas 32, 1)

  • Cuando vio Ezequías que Senaquerib venía con intención de atacar a Jerusalén, (II Crónicas 32, 2)

  • Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, que estaba sitiando Lakís, con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén, a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén para decirles: (II Crónicas 32, 9)

  • «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué ponéis vuestra confianza, para que permanezcáis cercados en Jerusalén? (II Crónicas 32, 10)

  • Así salvó Yahveh a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y les dio paz por todos lados. (II Crónicas 32, 22)

  • Muerto Salmanasar, le sucedió en el trono su hijo Senaquerib; en su reinado, los caminos de Media se hicieron inseguros y no pude volver allí. (Tobías 1, 15)

  • Enterré igualmente a los que mató Senaquerib (cuando vino huyendo de Judea después del escarmiento que hizo contra él el Rey del Cielo, a causa de sus blasfemias. Senaquerib, en su cólera, mandó matar a muchos israelitas); y yo sustraje sus cuerpos y los enterré. Senaquerib los buscó sin encontrarlos. (Tobías 1, 18)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina