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  • Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Yendo de camino, aconteció que una noche acamparon junto al río Tigris. (Tobías 6, 2)

  • Prosiguieron, pues, los dos juntos; el ángel le dijo: «Toma contigo la hiel.» El perro seguía detrás de ellos. (Tobías 11, 4)

  • Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como la arena de la tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía calcular. (Judit 2, 20)

  • no reveló ni su origen ni su pueblo, tal como se lo había ordenado Mardoqueo; pues Ester seguía cumpliendo las órdenes de Mardoqueo como cuando vivía bajo su tutela. (Ester 2, 20)

  • mientras la otra la seguía alzando el ruedo del vestido. (Ester 15, 7)

  • Y era él el que colmaba sus casas de ventura, aunque el consejo de los malos seguía lejos de él. (Job 22, 18)

  • Antíoco creía que se le despreciaba a él y sospechaba que eran palabras injuriosas. Mientras el menor seguía con vida, no sólo trataba de ganarle con palabras, sino hasta con juramentos le prometía hacerle rico y muy feliz, con tal de que abandonara las tradiciones de sus padres; le haría su amigo y le confiaría altos cargos. (II Macabeos 7, 24)

  • Judas seguía tenazmente en su persecución, acuchillando a aquellos criminales; llegó a matar hasta 30.000 hombres. (II Macabeos 12, 23)

  • Por culpa de su codicia me enojé y le herí, ocultándome en mi enojo. Pero el rebelde seguía su capricho. (Isaías 57, 17)

  • Después, yo seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo con cuatro alas de ave en su dorso; la bestia tenía cuatro cabezas, y se le dio el dominio. (Daniel 7, 6)

  • Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. (Daniel 7, 13)

  • Yo, Daniel, desfallecí y estuve enfermo unos cuantos días. Luego me levanté para ocuparme de los asuntos del rey. Seguía perplejo por la visión, que no se podía comprender. (Daniel 8, 27)


“Que o Espírito Santo guie a sua inteligência, faça-o descobrir a verdade escondida na Sagrada Escritura e inflame a sua vontade para praticá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina