pronađen 51 Rezultati za: Sadoq

  • Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén; el nombre de su madre era Yerusá, hija de Sadoq. (II Reyes 15, 33)

  • Ajitub engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Ajimaas, (I Crónicas 5, 34)

  • Ajitub engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Sallum, (I Crónicas 5, 38)

  • Sadoq, su hijo; Ajimaas, su hijo. (I Crónicas 6, 38)

  • Azarías, hijo de Jilquías, hijo de Mesullam, hijo de Sadoq, hijo de Merayot, hijo de Ajitub, príncipe de la Casa de Dios. (I Crónicas 9, 11)

  • Sadoq, joven y valeroso, con veintidós jefes de su casa paterna. (I Crónicas 12, 29)

  • También llamó David a los sacerdotes Sadoq y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaáis, Eliel y Amminadab, (I Crónicas 15, 11)

  • y el sacerdote Sadoq y a sus hermanos, los sacerdotes, delante de la Morada de Yahveh, en el alto de Gabaón, (I Crónicas 16, 39)

  • Sadoq, hijo de Ajitub, y Ajimélek, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Savsá era secretario; (I Crónicas 18, 16)

  • David, junto con Sadoq, de los hijos de Itamar, los clasificó y los inscribió en el registro según sus funciones. (I Crónicas 24, 3)

  • Semaías, hijo de Natanael, escriba, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los jefes, y en presencia del sacerdote Sadoq, de Ajimélek, hijo de Abiatar, y de los jefes de familias sacerdotales y levíticas. Se sacaba a suertes: una vez para Itamar y dos veces para Eleazar. (I Crónicas 24, 6)

  • También éstos entraron en suerte de la misma manera que sus hermanos, los hijos de Aarón, en presencia del rey David, Sadoq, Ajimélek y los cabezas de familias sacerdotales y los levitas, siendo tradatas las primeras familias igual que las últimas. (I Crónicas 24, 31)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina