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  • Se despertó Salomón y era un sueño. Entró en Jerusalén y se puso delante del arca de la alianza del Señor; ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y dio un banquete a todos sus servidores. (I Reyes 3, 15)

  • El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios ante Yahveh. (I Reyes 8, 62)

  • Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión que ofreció en sacrificio a Yahveh, 22.000 bueyes y 120.000 ovejas; así inauguraron la Casa de Yahveh el rey y todos los hijos de Israel. (I Reyes 8, 63)

  • Aquel día consagró el rey el interior del patio que está delante de la Casa de Yahveh, pues ofreció allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que estaba ante Yahveh era demasiado pequeño para contener el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión. (I Reyes 8, 64)

  • Salomón ofrecía holocaustos y sacrificios de comunión tres veces por año en el altar que había edificado a Yahveh y hacía quemar ante Yahveh las ofrendas abrasadas, cuando hubo terminado la Casa. (I Reyes 9, 25)

  • Si este pueblo continúa subiendo para ofrecer sacrificios en la Casa de Yahveh en Jerusalén, el corazón de este pueblo se volverá a su señor, a Roboam, rey de Judá, y me matarán.» (I Reyes 12, 27)

  • Hizo Jeroboam una fiesta en el mes octavo, el día quince del mes, parecida a la fiesta de Judá, y subió al altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho y estableciendo en Betel sacerdotes para los altos que había instituido. (I Reyes 12, 32)

  • Y entró para hacer los sacrificios y los holocaustos. Pero Jehú había colocado fuera ochenta hombres y dijo: « El que deje escapar a uno de los hombres que yo voy a entregar en vuestras manos, responderá con su vida.» (II Reyes 10, 24)

  • Sólo que los altos no desaparecieron y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. (II Reyes 12, 4)

  • Tan sólo que no desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. (II Reyes 14, 4)

  • Sólo que no desaparecieron los altos y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. (II Reyes 15, 4)

  • Ofreció sacrificios y quemó incienso en los altos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso. (II Reyes 16, 4)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina