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  • Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester la hacienda de Amán, el enemigo de los judíos, y Mardoqueo fue presentado al rey, pues Ester le hizo saber lo que él había sido para ella. (Ester 8, 1)

  • El rey Asuero respondió a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «Ya he dado a la reina Ester la hacienda de Amán, a quien he mandado colgar de la horca por haber alzado su mano contra los judíos. (Ester 8, 7)

  • Dijo el rey a la reina Ester: «En la ciudadela de Susa han matado y exterminado los judíos a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las restantes provincias del rey? ¿Qué deseas pedir ahora? Pues te será concedido. Se seguirá haciendo lo que tú desees.» (Ester 9, 12)

  • La reina Ester, hija de Abijayil, y el judío Mardoqueo, escribieron, con toda su autoridad, para dar fuerza de ley a esta segunda carta de los Purim, (Ester 9, 29)

  • para ratificar en su fecha estos días de los Purim, tal como había sido ordenado por el judío Mardoqueo y la reina Ester, y tal como lo habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, añadiendo lo tocante a los ayunos y lamentaciones. (Ester 9, 31)

  • ni la pequeña fuente, convertida en río, ni la luz, ni el sol, ni el agua abudante. El río es Ester, a quien el rey hizo esposa y reina. (Ester 10, 6)

  • Por su parte, la reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. (Ester 14, 1)

  • Al tercer día, y una vez acabada su oración, se despojó de sus vestidos de orante y se revistió de reina. (Ester 15, 4)

  • Alzando su rostro, resplandeciente de gloria, lanzó una mirada tan colmada de ira que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la cabeza sobre la sierva que la precedía. (Ester 15, 10)

  • ¿Quién abrió las hojas de sus fauces? ¡Reina el terror entre sus dientes! (Job 41, 6)

  • Hijas de reyes hay entre tus preferidas; a tu diestra una reina, con el oro de Ofir. (Salmos 45, 10)

  • Reina Dios sobre las naciones, Dios, sentado en su sagrado trono. (Salmos 47, 9)


“É difícil tornar-se santo. Difícil, mas não impossível. A estrada da perfeição é longa, tão longa quanto a vida de cada um. O consolo é o repouso no decorrer do caminho. Mas, apenas restauradas as forças, é necessário levantar-se rapidamente e retomar a viagem!” São Padre Pio de Pietrelcina