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  • Las celdas laterales estaban superpuestas en tres pisos de treinta celdas cada uno. Se habían dispuesto en el muro de la Casa salientes para estribar las celdas por todo el ámbito: así las celdas no estribaban en el muro de la Casa. (Ezequiel 41, 6)

  • los umbrales, las ventanas enrejadas, las galerías de los tres lados, alrededor, frente al umbral, estaban recubiertos de madera por todo el ámbito, desde el suelo hasta las ventanas, y las ventanas estaban guarnecidas de un enrejado. (Ezequiel 41, 16)

  • Desde el suelo hasta encima de la entrada estaban representados los querubines y las palmeras en el muro. (Ezequiel 41, 20)

  • porque estaban divididas en tres pisos y no tenían columnas como el atrio. Por eso, se iban estrechando con relación a las de abajo y las del medio (a partir del suelo). (Ezequiel 42, 6)

  • Y el zócalo: catorce codos de largo por catorce de ancho: un cuadrado. El reborde todo alrededor: medio codo; y la cavidad, todo alrededor: un codo. Las gradas estaban vueltas hacia oriente. (Ezequiel 43, 17)

  • Al cabo de los diez días se vio que tenían mejor aspecto y estaban más rollizos que todos los jóvenes que comían los manjares del rey. (Daniel 1, 15)

  • Se reunieron, pues, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas y jueces y todas las autoridades provinciales para la dedicación de la estatua erigida por el rey Nabucodonosor; todos estaban en pie ante la estatua erigida por el rey Nabucodonosor. (Daniel 3, 3)

  • Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se reunieron para ver a estos hombres: el fuego no había tenido ningún poder sobre su cuerpo, los cabellos de su cabeza no estaban chamuscados, sus mantos no se habían alterado, y ni el olor del fuego se les había pegado. (Daniel 3, 94)

  • Aún estaban estas palabras en la boca del rey, cuando una voz cayó del cielo: «¡A ti se te habla, rey Nabucodonosor! La realeza se te ha ido. (Daniel 4, 28)

  • Al saber que había sido firmado el edicto, Daniel entró en su casa. Las ventanas de su cuarto superior estaban orientadas hacia Jerusalén y tres veces al día se ponía él de rodillas, para orar y dar gracias a su Dios; así lo había hecho siempre. (Daniel 6, 11)

  • Un río de fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían, miriadas de miriadas estaban en pie delante de él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros. (Daniel 7, 10)

  • Me acerqué a uno de los que estaban allí de pie y le pedí que me dijera la verdad acerca de todo esto. El me respondió y me indicó la interpretación de estas cosas: (Daniel 7, 16)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina