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  • El llamó enseguida a su escudero y le dijo: «Desenvaina tu espada y mátame, para que no digan de mí: Lo ha matado una mujer.» Su escudero lo atravesó y murió. (Jueces 9, 54)

  • Los principales de todo el pueblo y todas las tribus de Israel acudieron a la asamblea del pueblo de Dios: 400.000 hombres de a pie, armados de espada. (Jueces 20, 2)

  • Aquel día los benjaminitas llegados de las diversas ciudades hicieron el censo, que dio en total 25.000 hombres armados de espada, sin contar los habitantes de Guibeá. (Jueces 20, 15)

  • La gente de Israel hizo también el censo. Sin contar a Benjamín, eran 400.000 armados de espada; todos hombres de guerra. (Jueces 20, 17)

  • pero también aquel segundo día Benjamín salió de Guibeá a su encuentro y volvió a dejar tendidos en tierra a 18.000 israelitas; todos ellos armados de espada. (Jueces 20, 25)

  • Yahveh derrotó a Benjamín ante Israel y aquel día los israelitas mataron en Benjamín a 25.100 hombres, todos ellos armados de espada. (Jueces 20, 35)

  • El tota de los benjaminitas que cayeron aquel día fue de 25.000 hombres, armados de espada, todos ellos hombres valerosos. (Jueces 20, 46)

  • Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se consuman y su alma se marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres. (I Samuel 2, 33)

  • Y así ocurrió que el día de la batalla nadie, en toda la tropa que estaba con Saúl y Jonatán, tenía en la mano espada ni lanza. Las había sólo para Saúl y para su hijo Jonatán. (I Samuel 13, 22)

  • Saúl y toda la tropa que estaba con él se reunieron y llegaron al campo de batalla, y he aquí que la espada de cada uno se volvía contra el otro, ¡un enorme desconcierto! (I Samuel 14, 20)

  • Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo a filo de espada en cumplimiento del anatema. (I Samuel 15, 8)

  • Samuel dijo: «Como tu espada ha privado a las mujeres de sus hijos, así entre las mujeres, privada de su hijo será tu madre», y Samuel despedazó a Agag ante Yahveh en Guilgal. (I Samuel 15, 33)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina