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  • tres años de hambre, o tres meses de derrotas ante tus enemigos, con la espada de tus enemigos a la espalda, o bien tres días durante los cuales la espada de Yahveh y la peste anden por la tierra y el ángel de Yahveh haga estragos en todo el territorio de Israel. Ahora, pues, mira qué debo responder al que me envía.» (I Crónicas 21, 12)

  • Alzando David los ojos vio al ángel de Yahveh que estaba entre la tierra y el cielo con una espada desenvainada en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos, cubiertos de sayal, cayeron rostro en tierra. (I Crónicas 21, 16)

  • Entonces Yahveh ordenó al ángel que volviera la espada a la vaina. (I Crónicas 21, 27)

  • pero David no se había atrevido a presentarse delante de Dios para consultarle, porque estaba aterrado ante la espada del ángel de Yahveh. (I Crónicas 21, 30)

  • "Si viene sobre nosotros algún mal, espada, castigo, peste o hambre, nos presentaremos delante de esta Casa, y delante de ti, porque tu Nombre reside en esta Casa; clamaremos a tí en nuestra angustia, y tú oirás y nos salvarás." (II Crónicas 20, 9)

  • Pero el sacerdote Yehoyadá dio orden a los jefes de cien, que estaban al frente de las tropas, y les dijo: «Hacedla salir de las filas, y el que la siga que sea pasado a espada.» Porque había dicho el sacerdote: «No la matéis en la Casa de Yahveh.» (II Crónicas 23, 14)

  • Todo el pueblo de la tierra estaba contento, y la ciudad quedó tranquila; en cuanto a Atalía, la habían matado a espada. (II Crónicas 23, 21)

  • Por esto han caído a espada nuestros padres; y nuestros hijos, hijas y mujeres se hallan en cautividad. (II Crónicas 29, 9)

  • Y Yahveh envió un ángel que exterminó a todos los guerreros esforzados de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el campamento del rey de Asiria; el cual volvió a su tierra cubierta la cara de vergüenza, y al entrar en la casa de su dios, allí mismo, los hijos de sus propias entrañas le hicieron caer a espada. (II Crónicas 32, 21)

  • Entonces hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a los mejores en la Casa de su santuario, sin perdonar a joven ni a doncella, a viejo ni a canoso; a todos los entregó Dios en su mano. (II Crónicas 36, 17)

  • Y a los que escaparon de la espada los llevó cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos de él y de sus hijos hasta el advenimiento del reino de los persas; (II Crónicas 36, 20)

  • Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy nos hemos hecho muy culpables: por nuestros crímenes fuimos entregados, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, en manos de los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al saqueo y al oprobio, como todavía hoy sucede. (Esdras 9, 7)


“O amor é a rainha das virtudes. Como as pérolas se ligam por um fio, assim as virtudes, pelo amor. Fogem as pérolas quando se rompe o fio. Assim também as virtudes se desfazem afastando-se o amor”. São Padre Pio de Pietrelcina