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  • Veintidós años tenía Ocozías cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén; el nombre de su madre era Atalía, hija de Omrí, rey de Israel. (II Reyes 8, 26)

  • Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, se levantó y exterminó toda la estirpe real. (II Reyes 11, 1)

  • Pero Yehosebá, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías y lo sacó de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y puso a él y a su nodriza en el dormitorio, ocultándolo de la vista de Atalia, y no le mataron. (II Reyes 11, 2)

  • Seis años estuvo escondido con ella en la Casa de Yahveh, mientras Atalía reinaba en el país. (II Reyes 11, 3)

  • Oyó Atalía el clamor del pueblo y se acercó al pueblo que estaba en la Casa de Yahveh. (II Reyes 11, 13)

  • Cuando vio al rey de pie junto a la columna, según la costumbre, y a los jefes y las trompetas junto al rey, y a todo el pueblo de la tierra lleno de alegría y tocando las trompetas, rasgó Atalía sus vestidos y gritó: « ¡Traición, traición!» (II Reyes 11, 14)

  • Todo el pueblo de la tierra estaba contento y la ciudad quedó tranquila; en cuanto a Atalía, había muerto a espada en la casa del rey. (II Reyes 11, 20)

  • Tenía Ocozías cuarenta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de Omrí. (II Crónicas 22, 2)

  • Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, se levantó y exterminó a toda la estirpe real de la casa de Judá. (II Crónicas 22, 10)

  • Pero Yehosebá, hija del rey, tomó a Joás, hijo de Ocozías, lo sacó de entre los hijos del rey a quienes estaban matando y lo puso a él y a su nodriza en el dormitorio. Yehosebá, hija del rey Joram, mujer del sacerdote Yehoyadá y hermana de Ocozías, lo ocultó de la vista de Atalía, que no pudo matarle. (II Crónicas 22, 11)

  • Seis años estuvo escondido con ellos en la Casa de Dios, mientras Atalía reinaba en el país. (II Crónicas 22, 12)

  • Al oír Atalía los gritos del pueblo que corría y aclamaba al rey, vino a la Casa de Yahveh, donde estaba el pueblo, (II Crónicas 23, 12)


“Apóie-se, como faz Nossa Senhora, à cruz de Jesus e nunca lhe faltará conforto”. São Padre Pio de Pietrelcina