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También mató a un egipcio muy corpulento, que tenía en la mano una lanza. Él enfrentó al egipcio con un garrote, le arrancó la lanza de la mano y lo mató con su propia lanza. (II Samuel 23, 21)
y él les ordenó: "Tomen con ustedes a los servidores de su señor, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula y háganlo bajar a Guijón. (I Reyes 1, 33)
Y el rey Salomón juró por el Señor, diciendo: "¡Que Dios me castigue si Adonías no ha pronunciado esta palabra a costa de su propia vida! (I Reyes 2, 23)
Salomón se emparentó con el Faraón, rey de Egipto: tomó por esposa a la hija del Faraón y la llevó a la Ciudad de David, hasta que terminó de construir su propia casa, la Casa del Señor y el muro en torno de Jerusalén. (I Reyes 3, 1)
Esta fue la manera como Salomón reclutó trabajadores para construir la Casa del Señor, su propia casa, el Terraplén, el muro de Jerusalén, Jasor, Meguido, Guézer, (I Reyes 9, 15)
Puso el cadáver en su propia tumba, y le entonaron la lamentación: "¡Ay, hermano mío!". (I Reyes 13, 30)
y Elías dijo a Eliseo: "Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado hasta Betel". Pero Eliseo respondió: "Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré". Y bajaron a Betel. (II Reyes 2, 2)
Elías le dijo: "Quédate aquí, Eliseo, porque el Señor me ha enviado a Jericó". Pero él respondió: "Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré". Y llegaron a Jericó. (II Reyes 2, 4)
Elías le dijo: "Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán". Pero Eliseo respondió: "Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré". Y se fueron los dos. (II Reyes 2, 6)
Pero la madre replicó: "Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré". Entonces Eliseo se levantó y fue detrás de ella. (II Reyes 4, 30)
Luego entraron para ofrecer sacrificios y holocaustos. Mientras tanto, Jehú había apostado afuera a ochenta hombres y les había dicho: "El que deje escapar a alguno de los que yo pongo en las manos de ustedes, responderá por él con su propia vida". (II Reyes 10, 24)
Joás dijo a los sacerdotes: "Todo el dinero que se aporte a la Casa del Señor como ofrenda consagrada -el dinero en moneda corriente, los aranceles personales según los recursos de cada uno, y todo el dinero que aporte cada uno a la Casa del Señor por propia voluntad- (II Reyes 12, 5)