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  • Además, el rey envió mensajeros a Jerusalén y a las ciudades de Judá, con la orden escrita de que adoptaran las costumbres extrañas al país: (I Macabeos 1, 44)

  • Tus ojos verán cosas extrañas, tu corazón hablará sin ton ni son; (Proverbios 23, 33)

  • allí hay cosas extrañas y maravillosas, animales de todas clases y monstruos marinos. (Eclesiástico 43, 25)

  • Las manos de ustedes están manchadas de sangre y sus dedos, de iniquidad; sus labios dicen mentiras, sus lenguas murmuran perfidias. (Isaías 59, 3)

  • Entonces, yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria. (Isaías 66, 18)

  • Cada uno se burla de su amigo, ellos no dicen la verdad; han habituado sus lenguas a mentir, están pervertidos, son incapaces de convertirse. (Jeremías 9, 4)

  • El heraldo proclamó con fuerza: "A todos ustedes, pueblos, naciones y lenguas, se les ordena lo siguiente: (Daniel 3, 4)

  • Por tal motivo, apenas todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor. (Daniel 3, 7)

  • "El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre toda la tierra: ¡Tengan ustedes paz en abundancia! (Daniel 3, 98)

  • Y a causa de la magnificencia que le concedió, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de temor delante de él: él mataba y hacía vivir a quien quería, exaltaba y humillaba a quien quería. (Daniel 5, 19)

  • Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre la tierra: "¡Tengan ustedes paz en abundancia! (Daniel 6, 26)

  • Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido. (Daniel 7, 14)


“O temor e a confiança devem dar as mãos e proceder como irmãos. Se nos damos conta de que temos muito temor devemos recorrer à confiança. Se confiamos excessivamente devemos ter um pouco de temor”. São Padre Pio de Pietrelcina