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  • Derrotó a los filisteos hasta Gaza y devastó su territorio, desde las torres de guardia hasta las plazas fuertes. (II Reyes 18, 8)

  • El día siete del quinto mes -era el decimonoveno año de Nabucodonosor, rey de Babilonia- Nebuzaradán, comandante de la guardia, que prestaba servicio ante el rey de Babilonia, entró en Jerusalén. (II Reyes 25, 8)

  • Después, el ejército de los caldeos que estaba con el comandante de la guardia derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. (II Reyes 25, 10)

  • Nebuzaradán, el comandante de la guardia, deportó a toda la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos. (II Reyes 25, 11)

  • El comandante de la guardia tomó asimismo los pebeteros, los aspersorios y todos los objetos de oro y plata. (II Reyes 25, 15)

  • El comandante de la guardia apresó a Seraías, el sumo sacerdote, a Sefanías, el segundo sacerdote, y a los tres guardianes del umbral. (II Reyes 25, 18)

  • Después de tomarlos prisioneros, Nebuzaradán, comandante de la guardia, los llevó ante el rey de Babilonia, a Riblá. (II Reyes 25, 20)

  • Salúm, hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Córaj, y sus hermanos los corajitas, de la misma familia. Ellos se ocupan del culto como guardianes de los umbrales de la Carpa, porque sus padres habían tenido a su cargo la guardia de acceso al campamento del Señor. (I Crónicas 9, 19)

  • Él era el más famoso de los Treinta, pero no llegó a igualar a los Tres. David lo incorporó a su guardia personal. (I Crónicas 11, 25)

  • Cada vez que el rey iba a la Casa del Señor, los guardias los llevaban, y luego los volvían a dejar en la sala de guardia. (II Crónicas 12, 11)

  • Ustedes harán lo siguiente: un tercio de ustedes, los sacerdotes y levitas que entran de servicio el día sábado, montarán guardia en las puertas; (II Crónicas 23, 4)

  • Iehoiadá estableció puestos de guardia en la Casa del Señor, a las órdenes de los sacerdotes que David había distribuido en la Casa del Señor, para ofrecer holocaustos al Señor -como está escrito en la Ley de Moisés- con alegría y con cantos, según las prescripciones de David. (II Crónicas 23, 18)


“Viva sempre sob o olhar do Bom Pastor e você ficara’ imune aos pastos contaminados.” São Padre Pio de Pietrelcina