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  • Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa, (Hebreos 9, 13)

  • Él comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley. (Hebreos 10, 8)

  • Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna otra oblación. (Hebreos 10, 18)

  • a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, (Hebreos 12, 23)

  • Acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y de los que son maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo. (Hebreos 13, 3)

  • La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo. (Santiago 1, 27)

  • Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. (Santiago 2, 2)

  • ¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? (Santiago 2, 4)

  • Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanagloríen ni falten a la verdad. (Santiago 3, 14)

  • Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla. (Santiago 5, 2)

  • Y ya que ustedes llaman Padre a aquel que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo. (I Pedro 1, 17)

  • No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria: al contrario, retribuyan con bendiciones, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición. (I Pedro 3, 9)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina