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  • Eliseo dijo entonces: "Escuchen la palabra del Señor: Así habla el Señor: Mañana, a esta misma hora, se venderá un balde de harina de la mejor calidad por un siclo, y dos baldes de cebada por el mismo precio, en la Puerta de Samaría". (II Reyes 7, 1)

  • Entonces el copero mayor, puesto de pie, gritó bien fuerte en hebreo: "Escuchen la palabra del gran rey, el rey de Asiria: (II Reyes 18, 28)

  • hasta que venga yo y los lleve a un país como el de ustedes, un país de trigo y vino nuevo, un país de pan y viñedos, un país de olivares, de aceite fresco y de miel; así ustedes vivirán y no morirán. Pero no escuchen a Ezequías, porque él los seduce, diciendo: "El Señor nos librará". (II Reyes 18, 32)

  • Abías se paró sobre el monte Semaraim, que está en la montaña de Efraím, y dijo: "¡Escuchen, Jeroboám y todo Israel! (II Crónicas 13, 4)

  • Miqueas siguió diciendo: "Por eso, escuchen la palabra del Señor: Yo vi al Señor sentado en su trono, y todo el Ejército de los cielos estaba de pie a su derecha y a su izquierda. (II Crónicas 18, 18)

  • Al día siguiente, muy de madrugada, salieron hacia el desierto de Técoa. Mientras salían, Josafat se puso de pie y dijo: "¡Escuchen, Judá y habitantes de Jerusalén! Tengan confianza en el Señor, nuestro Dios, y estarán seguros; confíen en sus profetas y triunfarán". (II Crónicas 20, 20)

  • Por eso, yo, tu servidora, al enterarme de todo esto, escapé de su lado. Y Dios me ha enviado para realizar contigo tales hazañas, que llenarán de asombro en toda la tierra a aquellos que las escuchen, (Judit 11, 16)

  • Escuchen, entonces, mi defensa; presten atención a mi querella. (Job 13, 6)

  • ¡Escuchen, sabios, mis palabras, y ustedes, los expertos, préstenme atención! (Job 34, 2)

  • ¡Escuchen el estampido de su voz y el estruendo que sale de su boca! (Job 37, 2)

  • Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor. (Salmos 34, 12)

  • Oigan esto, todos los pueblos; escuchen, todos los habitantes del mundo: (Salmos 49, 2)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina