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  • Este es un holocausto que se ofrecerá perpetuamente de generación en generación, en la presencia del Señor, a la entrada de la Carpa del encuentro. Porque es allí donde me encontraré contigo para hablarte. (Exodo 29, 42)

  • Después pondrás el altar delante del velo que oculta el Arca del Testimonio, frente a la tapa que está sobre el arca, allí donde yo me encontraré contigo. (Exodo 30, 6)

  • Reduce a polvo una parte de él y colócala delante del Arca del Testimonio, en la Carpa del Encuentro, o sea, en el lugar donde yo me encontraré contigo. Esto será para ustedes una cosa santísima, (Exodo 30, 36)

  • No hagas ningún pacto con los habitantes del país donde vas a entrar, porque ellos serían una trampa para ti. (Exodo 34, 12)

  • Después le sacará el buche con sus residuos, y los arrojará al lugar donde se depositan las cenizas, en el lado este del altar. (Levítico 1, 16)

  • Este es un decreto irrevocable a lo largo de las generaciones, en cualquier parte donde ustedes vivan: no deberán comer grasa ni sangre. (Levítico 3, 17)

  • -es decir, todo el resto del novillo- los llevará a un lugar puro situado fuera del campamento, al sitio donde se echan las cenizas, y allí los quemará con leña. (Levítico 4, 12)

  • Impondrá su mano sobre la cabeza del animal y lo inmolará en el lugar donde se inmolan las víctimas para el holocausto, delante del Señor: es un sacrificio por el pecado. (Levítico 4, 24)

  • Impondrá su mano sobre la cabeza de la víctima y la inmolará en el lugar donde se inmolan los holocaustos. (Levítico 4, 33)

  • Será inmolada en el lugar donde se inmolan los holocaustos, y se rociará con su sangre todos los costados del altar. (Levítico 7, 2)

  • Tampoco comerán la sangre de ningún pájaro o de cualquier otro animal, cualquiera sea el lugar donde ustedes vivan. (Levítico 7, 26)

  • Sin embargo, la fuente o la cisterna donde se recoge el agua, permanecerá pura, pero el que toque uno de esos cadáveres será impuro. (Levítico 11, 36)


“Você teme um homem,um pobre instrumento nas mãos de Deus, mas não teme a justiça divina?” São Padre Pio de Pietrelcina