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  • También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. (II Macabeos 7, 1)

  • Una vez que el primero murió de esta manera, llevaron al suplicio al segundo. Después de arrancarle el cuero cabelludo, le preguntaron: "¿Vas a comer carne de cerdo, antes que sean torturados todos los miembros de tu cuerpo?". (II Macabeos 7, 7)

  • Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: (Proverbios 25, 21)

  • No es bueno comer mucha miel ni buscar excesivos honores. (Proverbios 25, 27)

  • Lo único bueno para el hombre es comer y beber, y pasarla bien en medio de su trabajo. Yo vi que también esto viene de la mano de Dios. (Eclesiastés 2, 24)

  • Porque ¿quién podría comer o gozar si no es gracias a él? (Eclesiastés 2, 25)

  • Yo he comprobado esto: lo más conveniente es comer y beber y encontrar la felicidad en el esfuerzo que uno realiza bajo el sol, durante los contados días de vida que Dios le concede a cada uno: porque esta es la parte reservada a los hombres. (Eclesiastés 5, 17)

  • Por eso, elogié la alegría, ya que lo único bueno para el hombre bajo el sol es comer, beber y sentirse contento: esto es lo que le sirve de compañía en sus esfuerzos mientras duran los días de su vida, que Dios le concede bajo el sol. (Eclesiastés 8, 15)

  • Así los egipcios, a pesar de su deseo de comer, perdieron el apetito natural, ante el aspecto repugnante de los animales enviados contra ellos; tu pueblo, en cambio, sometido a privación por poco tiempo, participó de un manjar exquisito. (Sabiduría 16, 3)

  • M´ss vale el que trabaja y vive en la abundancia que el que anda gloriándose y no tiene qué comer. (Eclesiástico 10, 27)

  • Sirves de comer y beber a gente desagradecida, y encima tienes que oír cosas amargas: (Eclesiástico 29, 25)

  • -"Ven aquí, forastero, prepara la mesa, y si tienes algo a mano, dame de comer". (Eclesiástico 29, 26)


“Não nos preocupemos quando Deus põe à prova a nossa fidelidade. Confiemo-nos à Sua vontade; é o que podemos fazer. Deus nos libertará, consolará e enorajará.” São Padre Pio de Pietrelcina