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  • y crece como un retoño del campo". Tú comenzaste a crecer, te desarrollaste y te hiciste mujer; se formaron tus senos y crecieron tus cabellos, pero estabas completamente desnuda. (Ezequiel 16, 7)

  • Se raparán los cabellos por tu causa y se ceñirán un sayal. Llorarán por ti llenos de amargura, con amargos lamentos. (Ezequiel 27, 31)

  • Los habitantes de las costas lejanas están consternados por ti; a sus reyes se les erizaron los cabellos y tienen el rostro demudado. (Ezequiel 27, 35)

  • Dejaré consternados por tu causa a pueblos numerosos; se erizarán los cabellos de sus reyes, a causa de ti, cuando levante mi espada contra ellos, y temblarán estremecidos, cada uno por su propia vida, en el día de tu caída. (Ezequiel 32, 10)

  • No se raparán la cabeza ni dejarán crecer libremente sus cabellos, sino que se cortarán los cabellos cuidadosamente. (Ezequiel 44, 20)

  • Una vez reunidos los prefectos, los gobernadores y los cortesanos del rey, comprobaron que el fuego no había tenido poder sobre el cuerpo de aquellos hombres, que sus cabellos no se habían quemado, que sus mantos estaban intactos y que ni siquiera el olor del fuego se había adherido a ellos. (Daniel 3, 94)

  • En ese mismo instante, la palabra se cumplió en Nabucodonosor: él fue arrojado de entre los hombres; empezó a comer hierba como los bueyes y su cuerpo fue empapado por el rocío, hasta que sus cabellos crecieron como plumas de águila y sus uñas, como las de los pájaros. (Daniel 4, 30)

  • Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)

  • El Ángel del Señor lo tomó por la cabeza y lo llevó de los cabellos hasta Babilonia, al borde del foso, con la rapidez de su espíritu. (Daniel 14, 36)

  • ¡Arráncate los cabellos, córtalos, a causa de tus hijos queridos! ¡Agranda tu calvicie como la del buitre, porque han ido al cautiverio, lejos de ti! (Miqueas 1, 16)

  • No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. (Mateo 5, 36)

  • Ustedes tienen contados todos sus cabellos. (Mateo 10, 30)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina