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  • Este hombre subía cada año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor en Silo. Allí eran sacerdotes del Señor, Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí. (I Samuel 1, 3)

  • Después que comieron y bebieron en Silo, Ana se levantó. Mientras tanto, el sacerdote Elí estaba sentado en su silla a la puerta del Templo del Señor. (I Samuel 1, 9)

  • Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño. (I Samuel 1, 24)

  • Entonces lo metía en la olla o el caldero, en la cacerola o el tazón, y todo lo que recogía el tenedor, se lo guardaba el sacerdote para él. Así hacían con todos los israelitas que iban a Silo. (I Samuel 2, 14)

  • El Señor continuó apareciéndose en Silo, porque era allí donde él se revelaba a Samuel. (I Samuel 3, 21)

  • Cuando el pueblo regresó al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué el Señor nos ha derrotado hoy delante de los filisteos? Vayamos a buscar a Silo el Arca de la Alianza del Señor: que ella esté presente en medio de nosotros y nos salve de la mano de nuestros enemigos". (I Samuel 4, 3)

  • El pueblo envió unos hombres a Silo, y trajeron de allí el Arca de la Alianza del Señor de los ejércitos, que tiene su trono sobre los querubines. Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, acompañaban el Arca. (I Samuel 4, 4)

  • Un hombre de Benjamín escapó del frente de batalla y llegó a Silo ese mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo. (I Samuel 4, 12)

  • Ajías, hijo de Ajitub, hermano de Icabod, hijo de Pinjás, hijo de Elí, el sacerdote del Señor en Silo, llevaba el efod. La tropa tampoco sabía que Jonatán había partido. (I Samuel 14, 3)

  • Y Salomón destituyó a Ebiatar de su función de sacerdote del Señor, cumpliendo así la palabra que el Señor había pronunciado contra la casa de Elí, en Silo. (I Reyes 2, 27)

  • En cierta ocasión, Jeroboám salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; este iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo. (I Reyes 11, 29)

  • Así el rey no escuchó al pueblo, porque ese era el medio de que se valía el Señor para cumplir la palabra que él había dicho a Jeroboám, hijo de Nebat, por boca de Ajías de Silo. (I Reyes 12, 15)


“Enquanto tiver medo de ser infiel a Deus, você não será’. Deve-se ter medo quando o medo acaba!” São Padre Pio de Pietrelcina