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  • El Señor me premió, porque yo era justo y era inocente ante sus ojos. (II Samuel 22, 25)

  • Porque tú salvas al pueblo oprimido y humillas los ojos altaneros: (II Samuel 22, 28)

  • Joab respondió al rey: "Que el Señor, tu Dios, multiplique al pueblo cien veces más de lo que es, y que los ojos de mi señor, el rey, puedan verlo. Pero ¿por qué quieres hacer esto?". (II Samuel 24, 3)

  • Por eso, todo Israel tiene los ojos puestos en ti, para que le anuncies quién debe sentarse en el trono de mi señor el rey, después de él. (I Reyes 1, 20)

  • y también pronunció estas palabras: ‘¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha permitido hoy que un hombre de mi descendencia esté sentado en mi trono, y que lo vean mis ojos!’". (I Reyes 1, 48)

  • Entonces él dijo: "Tú sabes que a mí me correspondía la realeza y que todo Israel tenía los ojos puestos en mí, esperando que yo reinara. Pero la realeza se me escapó de las manos y fue a parar a mi hermano, porque el Señor se la tenía destinada. (I Reyes 2, 15)

  • Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que tú dijiste: ‘Allí residirá mi Nombre’. ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar! (I Reyes 8, 29)

  • Que tus ojos estén abiertos a la súplica de tu servidor y de tu pueblo Israel, para escucharlos cada vez que te invoquen, (I Reyes 8, 52)

  • y le dijo: "He oído tu oración y la súplica que has pronunciado en mi presencia. Yo he consagrado esta Casa que tú has edificado a fin de poner allí mi Nombre para siempre: mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días. (I Reyes 9, 3)

  • Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad: tu sabiduría y tus riquezas superan la fama que llegó a mis oídos. (I Reyes 10, 7)

  • Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y no siguió plenamente al Señor, como lo había hecho su padre David. (I Reyes 11, 6)

  • Porque él me abandonó y se postró delante de Astarté, la diosa de los sidonios, delante de Quemós, el dios de Moab, y delante de Milcóm, el dios de los amonitas, y porque no siguió mis caminos haciendo lo que es recto a mis ojos y practicando mis preceptos y mis leyes como su padre David. (I Reyes 11, 33)


“O temor e a confiança devem dar as mãos e proceder como irmãos. Se nos damos conta de que temos muito temor devemos recorrer à confiança. Se confiamos excessivamente devemos ter um pouco de temor”. São Padre Pio de Pietrelcina