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  • Todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como paganos, se enteraron de este hecho y, llenos de temor, glorificaban el nombre del Señor Jesús. (Hechos 19, 17)

  • Pablo respondió: «¿Por qué lloran así y destrozan mi corazón? Yo estoy dispuesto, no solamente a dejarme encadenar, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús». (Hechos 21, 13)

  • Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre". (Hechos 22, 16)

  • Yo, por mi parte, consideraba que debía combatir por todos los medios el nombre de Jesús de Nazaret. (Hechos 26, 9)

  • Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su Nombre, a todos los pueblos paganos, (Romanos 1, 5)

  • Porque como dice la Escritura: Por culpa de ustedes, el nombre de Dios es blasfemado entre las naciones. (Romanos 2, 24)

  • Porque la Escritura dice al Faraón: Precisamente para eso te he exaltado, para que en ti se manifieste mi poder y para que mi Nombre sea celebrado en toda la tierra. (Romanos 9, 17)

  • Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. (Romanos 10, 13)

  • y para que los paganos glorifiquen a Dios por su misericordia. Así lo enseña la Escritura cuando dice: Yo te alabaré en medio de las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu Nombre. (Romanos 15, 9)

  • haciendo cuestión de honor no predicar la Buena Noticia allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre un fundamento puesto por otros. (Romanos 15, 20)

  • Les ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchen junto conmigo, intercediendo ante Dios por mí, (Romanos 15, 30)

  • saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro. (I Corintios 1, 2)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina