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Circuncídense para el Señor y quiten el prepucio de sus corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que mi furor estalle como un fuego y queme, sin que nadie lo extinga, a causa de sus malas acciones. (Jeremías 4, 4)
Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones -oráculo del Señor-. (Jeremías 23, 2)
Y como el Señor ya no podía soportar las malas acciones y las abominaciones que ustedes cometían, su país se ha convertido en un desierto, una devastación y una maldición, y ha quedado despoblado, como en el día de hoy. (Jeremías 44, 22)
Se arrepentirán de su obstinación y de sus malas acciones, porque se acordarán de la suerte de sus padres que pecaron contra el Señor. (Baruc 2, 33)
Yo, el Señor, he hablado y esto sucederá; obraré y no me volveré atrás, no tendré compasión ni me arrepentiré. Conforme a tu conducta y a tus malas acciones se te juzgará -oráculo del Señor-. (Ezequiel 24, 14)
Los dos reyes, llenos de malas intenciones, se dirán mentiras sentados a la misma mesa; pero no se logrará nada, porque el tiempo fijado todavía está por venir. (Daniel 11, 27)
Pero al sacerdote le sucederá lo mismo que al pueblo: yo le pediré cuenta de su conducta y le retribuiré sus malas acciones. (Oseas 4, 9)
Y no se detienen a pensar que yo me acuerdo de toda su maldad. Ahora los rodean sus malas acciones y ellas están delante de mi rostro. (Oseas 7, 2)
Entonces clamarán al Señor, pero él no les responderá. Él les ocultará su rostro en ese tiempo por las malas acciones que han cometido. (Miqueas 3, 4)
La tierra quedará desolada a causa de sus habitantes, como pago de sus malas acciones. (Miqueas 7, 13)
Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones con las que me has ofendido, porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes que están en medio de ti, y ya no volverás a engreírte sobre mi santa Montaña. (Sofonías 3, 11)
No sean como sus padres, a quienes los antiguos profetas interpelaron, diciendo: Así habla el Señor de los ejércitos: Vuelvan de sus malos caminos y de sus malas acciones. Pero ellos no escucharon, ni me prestaron atención -oráculo del Señor-. (Zacarías 1, 4)