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  • Y Jeremías dijo a Seraías: "Cuando llegues a Babilonia, procura leer en voz alta todas estas palabras. (Jeremías 51, 61)

  • Y cuando hayas acabado de leer este libro, lo atarás a una piedra y lo arrojarás en medio del Éufrates. (Jeremías 51, 63)

  • Pero cuando entraron todos los sabios del rey, no fueron capaces de leer la inscripción ni de hacer conocer al rey su interpretación. (Daniel 5, 8)

  • Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino". (Daniel 5, 16)

  • Daniel tomó la palabra y dijo en presencia del rey: "Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación. (Daniel 5, 17)

  • El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. (Habacuc 2, 2)

  • Lamec, hijo de Matusalén; Matusalén, hijo de Henoc; Henoc, hijo de Jaret; Jaret, hijo de Malaleel; Malaleel, hijo de Cainán; (Lucas 3, 37)

  • Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». (Lucas 10, 26)

  • En efecto, la gente de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado, pero las cumplieron sin saberlo, condenando a Jesús. (Hechos 13, 27)

  • Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados». (Hechos 15, 21)

  • No adoren a falsos dioses, como hicieron algunos de ellos, según leemos en la Escritura: El pueblo se sentó a comer y a beber, y luego se levantó para divertirse. (I Corintios 10, 7)

  • En efecto, nuestras cartas no son ambiguas: no hay en ellas más de lo que ustedes pueden leer y entender. Y espero que comprenderán plenamente (II Corintios 1, 13)


“O mal não se vence com o mal, mas com o bem, que tem em si uma força sobrenatural.” São Padre Pio de Pietrelcina