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Y ahora, ¡levántate, Señor Dios, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa! ¡Que tus sacerdotes se revistan de la salvación y tus fieles gocen de felicidad! (II Crónicas 6, 41)
Salomón hizo subir a la hija del Faraón desde la Ciudad de David a la casa que había edificado para ella, porque él decía: "Mi mujer no puede habitar en la casa de David, el rey de Israel, ya que los lugares donde ha entrado el Arca del Señor son sagrados". (II Crónicas 8, 11)
Luego dijo a los levitas que instruían a todo Israel y estaban consagrados al Señor: "Pongan el Arca santa en el Templo que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel: ya no tendrán que llevarla sobre los hombros. Ahora sirvan al Señor, su Dios, y a su pueblo Israel. (II Crónicas 35, 3)
entregó su Fortaleza al cautiverio, su Arca gloriosa en manos del enemigo. (Salmos 78, 61)
Sí, oímos hablar del Arca en Efratá, y la encontramos en los campos de Jaar. (Salmos 132, 6)
¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa! (Salmos 132, 8)
Se decía en el escrito cómo el profeta, advertido por un oráculo, mandó llevar con él la Carpa y el Arca, y cómo partió hacia la montaña donde Moisés había subido para contemplar la herencia de Dios. (II Macabeos 2, 4)
Al llegar, Jeremías encontró una caverna: allí introdujo la Carpa, el Arca y el altar del incienso y clausuró la entrada. (II Macabeos 2, 5)
No te des importancia en la presencia del rey ni te pongas en el lugar de los grandes: (Proverbios 25, 6)
Y cuando ustedes se hayan multiplicado y fructificado en el país, en aquellos días -oráculo del Señor- ya no se hablará más del Arca de la Alianza del Señor, ni se pensará más en ella; no se la recordará, ni se la echará de menos, ni se la volverá a fabricar. (Jeremías 3, 16)
En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; (Mateo 24, 38)
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. (Lucas 17, 27)