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  • Elías el tisbita, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: "¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!". (I Reyes 17, 1)

  • Entonces la palabra del Señor llegó a Elías en estos términos: (I Reyes 17, 8)

  • Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. (I Reyes 17, 13)

  • Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo. (I Reyes 17, 15)

  • El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías. (I Reyes 17, 16)

  • Entonces la mujer dijo a Elías: "¿Qué tengo que ver yo contigo, hombre de Dios? ¡Has venido a mi casa para recordar mi culpa y hacer morir a mi hijo!". (I Reyes 17, 18)

  • "Dame a tu hijo", respondió Elías. Luego lo tomó del regazo de su madre, lo subió a la habitación alta donde se alojaba y lo acostó sobre su lecho. (I Reyes 17, 19)

  • El Señor escuchó el clamor de Elías: el aliento vital volvió al niño, y éste revivió. (I Reyes 17, 22)

  • Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación alta de la casa y se lo entregó a su madre. Luego dijo: "Mira, tu hijo vive". (I Reyes 17, 23)

  • La mujer dijo entonces a Elías: "Ahora sí reconozco que tú eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor está verdaderamente en tu boca". (I Reyes 17, 24)

  • Mucho tiempo después, al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, en estos términos: "Ve a presentarte a Ajab, y yo enviaré lluvia a la superficie del suelo". (I Reyes 18, 1)

  • Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab. Como apretaba el hambre en Samaría, (I Reyes 18, 2)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina