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  • Esta fue la herencia de los clanes de los gaditas: las ciudades y sus poblados. (Josué 13, 28)

  • Moisés también había dado una parte a los clanes de la mitad de la tribu de Manasés. (Josué 13, 29)

  • La mitad de Galaad, Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, pasaron a los clanes de los hijos de Maquir, hijo de Manasés. (Josué 13, 31)

  • Finalmente, el límite occidental estaba formado por el Mar Grande y su playa. Estos eran los límites que bordeaban el territorio asignado a los clanes de los hijos de Judá. (Josué 15, 12)

  • Esta fue la herencia de los clanes de la tribu de Judá. (Josué 15, 20)

  • El territorio correspondiente a los clanes de los efraimitas fue el siguiente: el límite de su herencia, por el lado oriental, era Atarot Adar hasta Bet Jorón de Arriba, (Josué 16, 5)

  • Desde Tapúaj, la frontera iba hacia el oeste por el torrente de Caná, y terminaba en el mar. Esta es la herencia asignada a los clanes de los efraimitas, (Josué 16, 8)

  • y por eso la suerte correspondió a los otros clanes de los hijos de Manasés, a saber: a los hijos de Abiézer, a los hijos de Jelec, a los hijos de Asriel, a los hijos de Sequém, a los hijos de Semidá. Estos eran los hijos varones de Manasés, hijo de José, con sus respectivos clanes. (Josué 17, 2)

  • Se extrajo la suerte correspondiente a los clanes de la tribu de Benjamín, y a ellos les tocó el territorio comprendido entre el de los hijos de Judá y el de los hijos de José. (Josué 18, 11)

  • Por el este, el límite estaba formado por el Jordán. Esta fue la herencia de los clanes de Benjamín, con los límites que la rodean. (Josué 18, 20)

  • Las ciudades asignadas a los clanes de la tribu de Benjamín fueron las siguientes: Jericó, Bet Joglá, Emec Quesís, (Josué 18, 21)

  • Selá, Elef, Jerusalén -la ciudad jebusea- Guibeá y Quiriat: en total, catorce ciudades con sus poblados. Esta fue la herencia que recibieron los clanes de la tribu de Benjamín. (Josué 18, 28)


“Não desperdice suas energias em coisas que geram preocupação, perturbação e ansiedade. Uma coisa somente é necessária: elevar o espírito e amar a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina