29. Al rey de Ay lo colgó de un árbol hasta la tarde; a la puesta del sol mandó que descolgaran el cadáver y lo tiraran a la puerta de la ciudad. Y echaron sobre él un gran montón de piedras, que todavía existe hoy.





“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina