Isaías, 66
10. Alegraos con Jerusalén, regocijaos por ella todos los que su duelo soportáis,
10. Alegraos con Jerusalén, regocijaos por ella todos los que su duelo soportáis,
Isaías 66 es el último capítulo del libro de Isaías y presenta un mensaje sobre el juicio de Dios y la restauración de Jerusalén. El capítulo comienza con Dios cuestionando a quién honrará y seguirá sus mandamientos, luego presenta la promesa de restauración de Jerusalén y la venida de un cielo nuevo y una nueva tierra. El capítulo también habla sobre el rechazo de los malvados y la verdadera adoración de Dios.
Isaías 66:13: "Como alguien a quien tu madre se consuela, los consolaré; en Jerusalén te consolarás" Este verso habla sobre el consuelo de Dios a tu pueblo después de la restauración de Jerusalén, mostrando amor y cuidado de Dios por tu niños.
Salmo 50:15: "Invocame el día de la angustia; te entregaré y me glorificaré" Este verso presenta la promesa de Dios de ayudar a quienes lo invocan durante sus dificultades, y por lo tanto serán salvados y glorificarán su nombre.
Apocalipsis 21:1: "Vi un nuevo cielo y una nueva tierra, para el primer cielo y la primera tierra pasada, y el mar ya no existía" Este verso muestra la promesa de la creación de un cielo nuevo y una nueva tierra, presentando restauración y la perfección del mundo de Dios.
Juan 4:23: "Pero llega el momento y ha llegado, donde los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque el Padre busca a sus fieles" Este verso habla sobre la verdadera adoración de Dios, donde la sinceridad del corazón y la búsqueda de la verdad son fundamentales.
MALACHI 4:1: "Para he aquí, ese día se arde como un horno; todos los excelentes y todos los que cometen malvados serán como paja; y el día por venir será quemado, dice el Señor de los anfitriones, suerte que no se irá ellos o ramificados "Este versículo presenta el rechazo de los malvados en el día del juicio de Dios, mostrando la importancia de seguir sus mandamientos y vivir una vida justa.
O Pai celeste está sempre disposto a contentá-lo em tudo o que for para o seu bem”. São Padre Pio de Pietrelcina