2. Ezequías se alegró mucho y enseñó a los mensajeros su tesoro, la plata, el oro, los aromas, el aceite exquisito, así como su arsenal y lo que había en sus almacenes; nada quedó que Ezequías no les enseñara en su palacio y en sus posesiones.





“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina