Bible Catholique
 

Números, 31

28. Reservarás para Yahveh, de la parte de los combatientes que fueron a la guerra, uno por cada quinientos, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas.

Versets liés à Números, 31:

El Capítulo 31 de los números narra la victoria de los israelitas sobre los madianitas y la captura de su gente, animales y botín. Algunos temas presentes en este capítulo son la guerra, la victoria, el botín de guerra y la dedicación al Señor.

Deuteronomio 20:4 - "Para el Señor, tu Dios, te acompaña y luchará por ti contra tus enemigos para darles victoria". Este versículo habla sobre cómo Dios lucha con su pueblo y les da victoria, un tema importante en los números 31.

Joshua 6:19 - "Todo lo que es plata, oro, bronce o hierro está consagrado al Señor y debe ir al tesoro del Señor". Después de la victoria en la guerra, los israelitas han sido mimados, pero este versículo enseña que todo lo que se captura debe ser consagrado al Señor, algo que también ha ocurrido en los Números 31.

Salmo 68:12 - "El Señor da la orden y muchos anuncian buenas noticias". Este versículo destaca la autoridad de Dios y cómo da las órdenes a sus batallas. En los Números 31, Dios le ordena a Israel que luche contra los madianitas.

2 Crónicas 20:25 - "Jehoshaphat y su ejército fueron a saquear el botín de los muertos. Y encontraron mucho más de lo que podían llevar". Este versículo describe cómo el ejército de Jehoshaphat encontró muchos botines de guerra y no podía llevarlos a todos. En los números 31, los israelitas también capturaron muchos botines de guerra.

1 Samuel 15:3 - "Ve ahora, ataca a las amalequitas y destruye todo lo que les pertenece. No ahorrar nada; matar hombres, mujeres, niños y recién nacidos, bueyes, ovejas, camellos y burros". Este versículo muestra cómo Dios ordenó a los amalequitas que fueran completamente destruidos, sin dejar nada. En los números 31, se ordenó a los israelitas matar a todos los hombres medianos y a las mujeres que habían tenido relaciones sexuales, así como destruir sus bienes.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina