Bible Catholique
 

Lamentaciones, 1

10. Yod. El adversario ha echado mano a todos sus tesoros; ha visto ella a las gentes entrar en su santuario, aquellos de quienes tú ordenaste: «¡No entrarán en tu asamblea!»

Versets liés à Lamentaciones, 1:

Lamentaciones 1 es el primer capítulo del Libro de Lamentaciones, que presenta una colección de poemas que expresan una profunda tristeza y arrepentimiento por la destrucción de Jerusalén y el sufrimiento del pueblo de Judá. El Capítulo 1 presenta Jerusalén personificada como una mujer solitaria y abandonada que sufre un castigo divino por sus pecados. Los siguientes son cinco versículos relacionados con los temas abordados en Lamentations 1:

Isaías 64:10: "Tus ciudades santas se han desierto; Zion se volvió desierto, Jerusalén en Sillow". Este versículo describe la destrucción de las ciudades sagradas y la desolación de Jerusalén, que es un tema central de lamentos 1.

Salmo 137:1: "Al lado de los ríos de Babilonia, nos conformamos allí y lloramos, cuando recordamos a Sión". Este versículo muestra el dolor y la tristeza de los exiliados en Babilonia, quienes recuerdan su tierra natal y lloran por la pérdida de Jerusalén.

Isaías 51:19: "Estas dos cosas se te ocurrieron, ¿sobre quién se compasionará? Este versículo muestra la tristeza de Dios por el sufrimiento de Jerusalén y el sentido de impotencia frente a la destrucción.

Salmo 22:1: "Dios, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué te soportas de mi ayuda y las palabras de mi tetona?" Este versículo expresa la sensación de abandono y soledad que experimenta Jerusalén, personificada como una mujer solitaria en Lamentations 1.

Jeremías 9:1: "¡Ah! ¡Me había dado una cabaña en el desierto para peregrinar lejos de mi gente! Porque todos son adultos, un montón de traidores". Este versículo expresa el deseo de aislamiento frente a la corrupción e infidelidad de las personas, un tema presente en las lamentaciones 1.





“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina