13. Cualquiera que toque un cadáver -el cuerpo de un hombre que ha muerto- y no se purifique, mancha la Morada del Señor y será excluido de Israel. Como no ha sido rociado con el agua lustral, permanece impuro: su impureza todavía está sobre él.





“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina