Eclesiástico, 1
25. En los tesoros de la sabiduría están los enigmas de la ciencia, pero el pecador aborrece la religiosidad.
25. En los tesoros de la sabiduría están los enigmas de la ciencia, pero el pecador aborrece la religiosidad.
Eclesiástico 1 presenta un discurso que destaca la importancia de la sabiduría y el miedo a Dios como fundamental para una vida feliz y exitosa. El capítulo también insta al lector a evitar orgullo y arrogancia, y a tener humildad y lástima. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas:
Proverbios 1:7: "El miedo al Señor es el principio del conocimiento, pero los tontos desprecian la sabiduría y la disciplina". Este versículo enfatiza la importancia del miedo a Dios, que se menciona varias veces en Eclesiástico 1, como el comienzo de la sabiduría y el conocimiento.
Santiago 1:5: "Si alguno de ustedes tiene una falta de sabiduría, pregúntelo a Dios, que da a todos libremente, buena voluntad; y se le otorgará". Este versículo señala que la sabiduría proviene de Dios y se puede obtener a través de la oración y la humildad, un tema presente en Eclesiástico 1.
1 Pedro 5:5: "Del mismo modo, tú que eres más joven, te sometes a los ancianos. A todos ustedes se les busca con humildad el uno al otro, porque 'Dios se opone a los orgullosos, pero otorga gracia a los humildes'". Este versículo fomenta la humildad y la sujeción a los ancianos, que también se abordan en Eclesiástico 1 como características importantes de una vida sabia.
Proverbios 16:18: "El orgullo precede a la destrucción; la arrogancia precede a la caída". Este verso advierte contra el peligro del orgullo y la arrogancia, que están fuertemente condenados en Eclesiástico 1, y presentados como impedimentos a la sabiduría y la felicidad.
Salmo 34:11: "Ven, hijos, escúchame; te enseñaré el miedo al Señor". Este verso se hace eco del tema central de Eclesiástico 1, que es la importancia del miedo a Dios como el comienzo de la sabiduría. El salmista aquí alienta a los niños a aprender esta sabiduría.
“Quem te agita e te atormenta é o demônio.Quem te consola é Deus”! São Padre Pio de Pietrelcina