31. Al cabo de los días fijados, yo, Nabucodonosor, levanté mis ojos hacia el cielo, y recobré la razón. Entonces bendije al Altísimo, glorifiqué y celebré al que vive eternamente, cuyo dominio es un dominio eterno y cuyo reino dura de generación en generación.





“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina