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al oscurecer, cuando se iba a cerrar la puerta de la ciudad, los hombres salieron, y no sé dónde fueron. Daos prisa, perseguidlos y seguro que los alcanzaréis". (Josué 2, 5)
Como Rajab vivía en una casa adosada a la muralla de la ciudad, con una soga les hizo bajar por la ventana. (Josué 2, 15)
cuando entremos en la ciudad, atarás a la ventana por la que nos vamos a descolgar esta cinta de color escarlata, y reunirás junto a ti, en casa, a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda tu familia. (Josué 2, 18)
las aguas que venían de arriba se pararon y se amontonaron a mucha distancia -desde Adán hasta la ciudad que está próxima a Sartán-, y las que bajaban al mar de Arabá, el mar Muerto, quedaron enteramente separadas de las otras, mientras el pueblo pasó frente a Jericó. (Josué 3, 16)
hombres de guerra, daréis una vuelta alrededor de la ciudad, y así durante seis días. (Josué 6, 3)
Cuando suene el cuerno de carnero y vosotros oigáis el sonar de las trompetas, todo el pueblo dará con todas sus fuerzas el grito de guerra. Entonces las murallas de la ciudad se derrumbarán, y el pueblo la asaltará, cada uno de frente". (Josué 6, 5)
Y al pueblo le dijo: "Id y rodead la ciudad; que los armados vayan delante del arca del Señor". (Josué 6, 7)
El arca del Señor dio una vuelta a la ciudad; después todos volvieron al campamento, donde pasaron la noche. (Josué 6, 11)
El segundo día dieron también una vuelta alrededor de la ciudad, y después volvieron al campamento. Así hicieron durante seis días. (Josué 6, 14)
El día séptimo se levantaron con el alba, y dieron siete vueltas a la ciudad del mismo modo; sólo ese día dieron siete vueltas. (Josué 6, 15)
A la séptima vuelta, mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, Josué dijo al pueblo: "Dad el grito de guerra, porque el Señor os ha entregado la ciudad". (Josué 6, 16)
"La ciudad, con todo lo que hay en ella, será entregada al exterminio en manos del Señor; solamente quedará Rajab, la prostituta, y todos los que estén con ella en su casa, porque escondió a los exploradores que habíamos enviado. (Josué 6, 17)