Trouvé 5665 Résultats pour: pueblo de Dios

  • Y oí venir del trono una voz potente que decía: "Ésta es la morada de Dios con los hombres; él habitará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo morará con los hombres. (Apocalipsis 21, 3)

  • El vencedor heredará estas cosas; yo seré su Dios, y él será mi hijo. (Apocalipsis 21, 7)

  • Y me llevó en espíritu sobre un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo de junto a Dios (Apocalipsis 21, 10)

  • con la gloria misma de Dios: su esplendor era como el de una piedra preciosísima, como el jaspe cristalino. (Apocalipsis 21, 11)

  • No vi en ella ningún templo, porque su templo es el Señor, Dios todopoderoso, y el cordero. (Apocalipsis 21, 22)

  • La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el cordero. (Apocalipsis 21, 23)

  • El ángel me mostró un río de agua viva, transparente como un cristal, que manaba del trono de Dios y del cordero. (Apocalipsis 22, 1)

  • Ya no habrá maldición alguna. El trono de Dios y del cordero estará en la ciudad, y los servidores de Dios lo adorarán; (Apocalipsis 22, 3)

  • No habrá ya noche, no tendrán ya necesidad de la luz de una lámpara ni de la del sol, porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22, 5)

  • Y me dijo: "Estas palabras son ciertas y auténticas, y el Señor Dios de los espíritus de los profetas ha enviado a su ángel a mostrar a sus servidores lo que va a suceder en seguida. (Apocalipsis 22, 6)

  • Pero él me dijo: "No lo hagas, pues yo soy un servidor, como tú y tus hermanos los profetas y los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios". (Apocalipsis 22, 9)

  • Yo aseguro a todo el que escucha las palabras de la profecía de este libro que si alguno hace añadiduras a esto, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro. (Apocalipsis 22, 18)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina