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¿Y Rajab, la prostituta, no fue también justificada por las obras, al recibir a los mensajeros y hacerles partir por otro camino? (Santiago 2, 25)
Debéis decir, en vez de eso: "Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o lo otro". (Santiago 4, 15)
Hermanos míos, ante todo no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni con cualquier otro juramento, sino que vuestro "sí" sea "sí" y vuestro "no", "no", para no incurrir en condenación. (Santiago 5, 12)
Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro le hace volver al buen camino, (Santiago 5, 19)
Como hijos obedientes no viváis conforme a las pasiones que os tenían esclavizados en otro tiempo cuando caminabais en la ignorancia; (I Pedro 1, 14)
los que en un tiempo no erais pueblo de Dios, ahora habéis venido a ser pueblo suyo; habéis conseguido misericordia los que en otro tiempo estabais excluidos de ella. (I Pedro 2, 10)
Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios y obedecían a sus maridos; (I Pedro 3, 5)
los cuales se habían mostrado reacios a la fe en otro tiempo en los días de Noé cuando Dios esperaba con paciencia mientras se construía el arca en la cual unos pocos ocho personas se salvaron del agua; (I Pedro 3, 20)
Y salió otro caballo rojo; a su jinete se le dio poder para quitar la paz de la tierra y hacer que los hombres se mataran unos a otros, y se le dio una gran espada. (Apocalipsis 6, 4)
Después vi otro ángel, que subía del oriente y llevaba el sello del Dios vivo; y gritó con voz potente a los cuatro ángeles a los que se les había dado el poder de dañar la tierra y el mar: (Apocalipsis 7, 2)
Después vino otro ángel, que se paró de pie junto al altar, con un incensario de oro; le dieron muchos perfumes para que los ofreciese juntamente con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro colocado delante del trono. (Apocalipsis 8, 3)
Después vi otro ángel vigoroso, que bajaba del cielo envuelto en una nube; sobre la cabeza tenía el arco iris; su rostro era como el sol, y sus piernas como columnas de fuego. (Apocalipsis 10, 1)