Trouvé 120 Résultats pour: oración de un afligido

  • En seguida se presentaron al rey y le dijeron a propósito del decreto de prohibición: "¿No has firmado una prohibición que todo el que en el espacio de treinta días dirija una oración a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea arrojado en la fosa de los leones?". El rey respondió: "Sí, así está establecido según la ley de los medos y los persas, que es irrevocable". (Daniel 6, 13)

  • "Pues bien -respondieron-, Daniel, ese deportado de Judá, no hace caso ni de ti, oh rey, ni de la prohibición que has firmado, sino que tres veces al día hace su oración". (Daniel 6, 14)

  • Ahora, pues, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas y, por amor de ti mismo, haz brillar tu rostro sobre tu desolado santuario. (Daniel 9, 17)

  • aún tenía en los labios las palabras de mi oración, cuando Gabriel, aquel personaje que había visto anteriormente en visión, volando raudo, se acercó a mí, hacia la hora de la ofrenda de la tarde, (Daniel 9, 21)

  • Al comienzo de tu oración se pronunció una palabra y he venido a comunicártela, porque tú eres el preferido por Dios. Presta, pues, atención a la palabra y entiende la visión. (Daniel 9, 23)

  • En la angustia de mi alma me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo. (Jonás 2, 8)

  • Oración del profeta Habacuc. En el tono de las lamentaciones. (Habacuc 3, 1)

  • y les dijo: "Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones". (Mateo 21, 13)

  • Todo lo que pidáis en oración con fe lo recibiréis". (Mateo 21, 22)

  • Y él les dijo: "A esa raza sólo se la puede expulsar con la oración y el ayuno". (Marcos 9, 29)

  • Y les enseñaba diciendo: "¿No está escrito que mi casa es casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones". (Marcos 11, 17)

  • Por eso os digo: Todo lo que pidáis en la oración creed que lo recibiréis, y lo tendréis. (Marcos 11, 24)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina