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  • Por haber escuchado estos mandamientos, haberlos guardado y puesto en práctica, el Señor, tu Dios, mantendrá contigo la alianza y la misericordia que juró a tus padres. (Deuteronomio 7, 12)

  • El que dijo a su padre y a su madre: No los he visto. El que no reconoció a sus hermanos e ignoró a sus hijos. Sí, han guardado tu palabra, han observado tu alianza. (Deuteronomio 33, 9)

  • David había dicho: "En vano he guardado todo lo que este hombre tiene en el desierto, de modo que nada le haya faltado de cuanto le pertenece; él me devuelve mal por bien. (I Samuel 25, 21)

  • David contestó a Abner: "¿No eres tú un hombre? ¿Quién como tú en Israel? ¿Entonces por qué no has guardado a tu señor, el rey? Porque uno del pueblo ha ido a matar al rey, tu señor. (I Samuel 26, 15)

  • No está bien lo que has hecho. Vive el Señor, que merecéis la muerte por no haber guardado a vuestro señor, el ungido del Señor. ¿Dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que tenía a su cabecera?". (I Samuel 26, 16)

  • El Señor dijo a Salomón: "Puesto que te has portado así y no has guardado mi alianza ni los preceptos que te había inculcado, te quitaré el reino y lo daré a uno de tus servidores. (I Reyes 11, 11)

  • Porque me ha abandonado a mí y ha adorado a Astarté, diosa de los sidonios; a Camós, dios de Moab, y a Milcón, dios de los amonitas, y no ha seguido mis caminos, haciendo lo que es recto a mis ojos, ni ha guardado mis leyes y mis mandamientos, como su padre David. (I Reyes 11, 33)

  • nos hemos portado inicuamente contigo y no hemos guardado los mandamientos, las leyes y los preceptos que tú habías dado a tu siervo Moisés. (Nehemías 1, 7)

  • No me he apartado de los preceptos de sus labios, he guardado en mi pecho la palabra de su boca. (Job 23, 12)

  • mi boca no ha faltado como hacen los otros, he guardado siempre tus mandatos, (Salmos 17, 4)

  • Y el que en cuerpo y alma estaba consagrado a la defensa de sus ciudadanos y había guardado para ellos un ánimo varonil, dio orden de que cortaran la cabeza de Nicanor y su brazo derecho hasta el húmero y los llevaran a Jerusalén. (II Macabeos 15, 30)

  • Las mandrágoras exhalan su perfume. A nuestra puerta están todos los frutos exquisitos; los nuevos igual que los añejos, oh amor mío, los he guardado para ti. (Cantar 7, 14)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina