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Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían grandes y numerosos rebaños. Cuando vieron que la tierra de Yazer y la de Galaad eran lugares muy aptos para la ganadería, (Números 32, 1)
No tengáis en cuenta en vuestros juicios la apariencia de la persona; oíd a los pequeños lo mismo que a los grandes sin temor a nadie, pues el juicio pertenece a Dios. Y si os encontráis con alguna causa difícil, traedla a mí para que yo la resuelva. (Deuteronomio 1, 17)
¿Dónde vamos a ir? Nuestros hermanos nos han desanimado al decirnos: Son más numerosos y más fuertes que nosotros; las ciudades son grandes, y sus murallas llegan hasta el cielo. Hemos visto entre ellos incluso descendientes de Anac. (Deuteronomio 1, 28)
Cuando el Señor, tu Dios, te haya conducido a la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, y te haya entregado en propiedad las grandes y prósperas ciudades que tú no levantaste, (Deuteronomio 6, 10)
El Señor hizo ante nuestros ojos milagros y prodigios grandes y terribles contra Egipto, el Faraón y toda su casa, (Deuteronomio 6, 22)
recuerda las grandes pruebas que vieron tus ojos, los milagros y prodigios, la mano fuerte y el brazo poderoso con los que el Señor, tu Dios, te sacó. Así hará también el Señor, tu Dios, con todos los pueblos que temes. (Deuteronomio 7, 19)
¡Escucha, Israel! Estás a punto de cruzar el Jordán para ir a la conquista de naciones más numerosas y más fuertes que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo. (Deuteronomio 9, 1)
Él es tu gloria y tu Dios, que ha hecho por ti cosas grandes y hazañas tremendas, que tus mismos ojos han visto. (Deuteronomio 10, 21)
No debe tener muchas mujeres, para que no se desvíe su corazón, ni grandes cantidades de oro o plata. (Deuteronomio 17, 17)
El día que paséis el Jordán para entrar en la tierra que el Señor, tu Dios, te da, levantarás grandes piedras, las revocarás de cal (Deuteronomio 27, 2)
él enviará sobre ti y tus descendientes plagas terribles, grandes y continuas calamidades. (Deuteronomio 28, 59)
sois testigos de aquellas terribles pruebas, de aquellos grandes milagros y prodigios. (Deuteronomio 29, 2)