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  • Es justo que yo sienta así de todos vosotros, pues os llevo en el corazón, ya que compartís conmigo el privilegio de estar preso y de defender y consolidar el evangelio. (Filipenses 1, 7)

  • Hermanos, quiero que sepáis que las cosas que me han ocurrido han venido a favorecer el progreso del evangelio, (Filipenses 1, 12)

  • éstos movidos por el amor, sabiendo que estoy puesto para defensa del evangelio; (Filipenses 1, 16)

  • Os pido sobre todo que viváis una vida digna del evangelio de Cristo para que, sea que vaya y lo vea, sea que ausente lo oiga, perseveréis firmes en un mismo espíritu, luchando con una sola alma por la fe del evangelio, (Filipenses 1, 27)

  • Vosotros conocéis su probada virtud, que como un hijo con su padre se ha conducido conmigo en la causa del evangelio. (Filipenses 2, 22)

  • Y a ti, leal compañero, te ruego que prestes tu ayuda a éstas, que han trabajado mucho en el evangelio conmigo y con Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. (Filipenses 4, 3)

  • Sabéis muy bien vosotros, filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia tuvo conmigo cuenta de "haber" y "debe", a no ser vosotros solos; (Filipenses 4, 15)

  • por la esperanza de lo que os está reservado en los cielos, de la que ya oísteis hablar por la palabra de la verdad del evangelio (Colosenses 1, 5)

  • siempre que perseveréis sólidamente cimentados en la fe y estables e inconmovibles en la esperanza del evangelio que oísteis, el que ha de ser predicado a toda criatura bajo el cielo, y del que yo, Pablo, he sido elegido ministro. (Colosenses 1, 23)

  • Como sabéis, después de haber sido maltratados y ultrajados en Filipos, llenos de confianza en el Señor, nos atrevimos a anunciaros su evangelio en medio también de grandes luchas. (I Tesalonicenses 2, 2)

  • Por el contrario, fue Dios el que nos eligió y nos confió su evangelio, y así es como hablamos. No tratamos de agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones. (I Tesalonicenses 2, 4)

  • así, en nuestra ternura hacia vosotros, hubiéramos querido entregaros, al mismo tiempo que el evangelio de Dios, nuestra propia vida. ¡Tanto os queríamos! (I Tesalonicenses 2, 8)


“Uma Missa bem assistida em vida será mais útil à sua salvação do que tantas outras que mandarem celebrar por você após sua morte!” São Padre Pio de Pietrelcina